Ducha dominguera.

Después de un domingo largo, productivo y movido, llegó la tan anhelada hora: el momento de la ducha dominguera.

Estaba feliz porque teníamos agua en el edificio y podía tardarme unos 30 minutos en lo que, luego de este día, merecía. Estaba satisfecha con lo logrado y dispuesta a disfrutar mi ducha. Pero, la PATRIA me gritó en la cara, me recordó lo ilusa que soy y repitió mil veces "estás en Venezuela".

Sí, tenía agua; sí, era mi momento; sí, estaba lista y a punto de girar la manilla... cuando de pronto "JÁ, CAÍSTE POR INOCENTE, AHORA NO TIENES LUZ".

Y bueno... no luz=no agua=no ducha.



Paola Garcia.

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